La violencia física contra la
mujer es un fenómeno muy común en el mundo. No se conoce su
inicio exactamente pero se asume que su inicio viene desde los tiempos más
remotos y continua en la actualidad.
Su definición es
la agresión física, por medio de golpes en el cuerpo, cortados o
quemados, recibidos por parte de terceros: familiares, esposos, novios,
en su mayoría hombres. Usualmente adopta formas diversas como son las
violaciones, abusos en el hogar entre otros.
Son actitudes indignantes
para seres tan delicados y a la vez tan fuertes como una mujer. Todos los seres
humanos provienen de una. Ella es la persona encargada de cuidar,
alimentar y proteger a cada miembro de su familia, es la más sensata para tomar
decisiones en un hogar.
Muchas mujeres piensan que quedarse
calladas es lo mejor, sin darse cuenta que solo están dando apertura a más
violencia sin control.
Existen varios casos en los que por
miedo o por no alejar de su lado a esa persona, no se atreven a denunciar las
agresiones físicas que reciben.
Existen diferentes lugares que prestan
ayuda a mujeres maltratadas como fundaciones que les brindan su apoyo y las
orientan a sobrellevar este tipo de agresiones que no solo afectan
directamente a la mujer sino también a sus hijos, padres, hermanos y familiares.
En el ecuador existe la Comisaría de la
Mujer, dónde pueden acudir a poner sus denuncias y según el nivel de agresión
se penará este delito.
Según una publicación del diario El
Universo “Alrededor de 83.000 mujeres al año sufren en Ecuador algún tipo de
violencia física, psicológica o sexual, lo que supone que siete mil mujeres al
mes son agredidas y 230 por día”.
Por otra parte hay mujeres que no
denuncian la violencia física que reciben ya que no tienen conocimiento de los
centros de ayuda que existen o porque su religión y costumbres permiten este
tipo de abusos, ya que ven al hombre como un símbolo de jefe del hogar,
lo creen el dueño de ellas y tienen que obedecer sus mandatos, mas no quejarse
de sus abusos.
Por esta razón hay que
incentivar a las mujeres ecuatorianas a luchar contra la violencia y frenar
estos abusos, educarlas, con sus derechos, que la mayoría de ellas no conocen, cambiar
los tipos de educación machista que aún existe en el país para erradicar todo
tipo de agresión y violencia.
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